Ana Ruibarbo

La cita. Cuento de invierno – Episodio I

¡Tenía tantas cosas qué hacer! No se por qué habíamos quedado en un lugar tan apartado. Llegué el día anterior con un sol expléndido, la carretera limpia, el aire se palpaba fresco y puro, quizás se apreciara el olor a hierba frondosa, la que estaban recortando las vacas mientras pastaban afanándose. Me pareció fantástico, estaba contenta, o más, exultante. Además llevaba esperando aquella cita sin saberlo toda la vida. El encuentro se fijó para al día siguiente, y después de un buen yantar de «pedorreras», como decía el camarero del pequeño restaurante, me iría.

A eso de las 11 abrieron la feria. Recuerdo mi asombro cuando la inaguración se estrenó con tambores y gaitas: una banda de músicos locales con ecos celtas, y porrones con orujo, pastas artesanas con arreglos de miel de romero y almendras. ¿Quién tenia estómago para tal barbaridad? Veía correr el orujo y me parecía imposible que se lo pudieran beber a palo seco. Pocos más que los locales se atrevieron dos rondas.

Estalactitas

A las 11, 30 el viento comenzó a arreciar, la temperatura bajaba por momentos. Alguien de la carpa dio la voz de que anunciaban la primera nevada de la temporada. Pensé que si nevaba mejor, podríamos deslizarnos. Aunque luego me empecé a preguntar si mi cita aparecería. Si habría llegado ya. No tenía a mano el teléfono del hotel, aunque solo estaba a 5 minutos. Disponíamos de una buena calefacción y los puestos llenos de repostería, cerámicas, guisos locales, caldos tremendamente picantes, trabajos de herrería, forja, cuero… y legumbres de toda la provincia.

Era él quien elegió el lugar: un hombre acostumbrado a perderse por estos pagos y otros de más altura. Leí en alguna de sus entrevistas que «No había nada como subir a la montaña para recuperar las perspectivas», pues eso le había ayudado enormemente a escribir. En aquel momento desconecté del lugar y volví a la madriguera de Alicia, en mis sueños yo hablaba a menudo con él, sus adaptaciones teatrales de piezas ajenas a las que sumaba acciones de la vorágine del mundo no pasaban desapercibidas.

…Continuará…

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La foto es de una amiga del Facebook

Mis personajes se negaron a hablarse

Posturas-de-yoga-en-pareja

Diametralmente opuestos, desde el primer día del guión mis personajes se negaron a hablarse.

Se apoyaron en uno en el otro, de espaldas, con los pies en el suelo y cada uno lanzó su soliloquio durante horas; cada cual más alto, cada vez más locos, mientras yo, sumida en una fecunda de nube de inspiración, escribía… 48 palabras.

Ana Ruibarbo
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Reptiles y aves custodian el paso

Reptiles y aves custodian el paso, el sol musita cantos, serpentean los ojos en la vaguada de un cauce harto codiciado por la mano del hombre.

Estatua

Cuéntame las nubes y sus sombras, recítame sus nombres y apellidos, ponles sobrenombres y arena; granitos de cuarzo y polen venido del génesis del Turia. Dame tus secretos y yo te confesaré los míos.

Ana Ruibarbo